Todo cambió cuando un empleado de la farmacéutica suiza Sandoz llamado H. P. Frey que estaba de vacaciones en noruega recogió muestras de suelo y las transportó a los laboratorio de la empresa.
La muestra de Frey contenía un hongo, Tolupocladium inftatum, que no tenía propiedades antibióticas útiles, pero demostró ser un excelente supresor de la respuesta inmune,
Justamente lo que necesitaba para posibilitar los trasplantes de órganos.
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